Soy profesora de Religión Católica en un centro público de Secundaria. Me gusta mi trabajo. Me apasiona lo que hago.
Año tras año, con frecuencia y en diferentes medios de comunicación, se cuestiona la permanencia o no de esta asignatura en los curriculum de enseñanza.Se critica la asignatura, normalmente por desconocimiento, y con frecuencia, lamentablementa por prejuicios ante el hecho religioso en sus múltiples manifestaciones.
No conozco a ningún compañero que imparte esta asignatura que la utilice para imponer sus creencias o para hacer proselitismo.
Es obvio que a todo profesor le encantaría que todos los alumnos que asisten a sus clases se involucren y lleven lo aprendido a su vida. Al profesor de Lengua y Literatura que sus alumnos fueran unos apasionados de la lectura y el teatro, al de Educación Física que todos practicaran algún deporte con disciplina y entrega fuera de las aulas, al de Música que fueran unos virtuosos de cualquier instrumento musical. Y a mí me encantaría que todos los que están matriculados en mi asignatura tuvieran una vida de fe firme y convencida; pero no es así. Soy consciente de ello, pero yo no evaluo prácticas ni convencimientos de fe, evaluo conocimientos no creencias.
¿Por qué tiene que existir esta asignatura en los centros de enseñanza? Este video da una buena respuesta.