Jens Erik Larsen, Foreningen Frie Fugle, Dinamarca. Ingeniero experto en movilidad y planificación urbana y fundador de EuroVelo.
Estamos en medio de un episodio histórico único que nadie había vivido antes. Todos nos vemos afectados de manera diferente y al mismo tiempo tenemos que adaptarnos colectivamente tanto a nivel nacional como internacional de una nueva forma, pero sin encontrarnos físicamente.
Vivo solo en el campo y tengo menos trabajo del habitual. He comenzado a preparar el huerto para sembrar cuando haga más calor, y luego he tenido tiempo de escanear diapositivas, algo que llevaba varios años posponiendo.
Anoche vi una iniciativa relacionada con el coronavirus en televisión: la gente cantaba la misma canción a la vez pero desde su casa, o sea, separada. No tengo un balcón desde donde levantarme y saludar a los demás. Estoy cansado de encender la televisión y ver todos los problemas que el Covid-19 está generando en el mundo. Realmente recuerda a una guerra.
Hoy he dado un paseo por el bosque (en Dinamarca podemos) pensando en cómo nos afectan estas imágenes espeluznantes, cómo nos volvemos creativos en esta situación inédita y, no menos importante, he reflexionado sobre cómo será el mundo después. Algo bueno podría salir de todo esto, por ejemplo una solución a la crisis climática.
Ahora mismo, todo el mundo está en llamas. Llegué a pensar en la Torre Babel, donde todas las personas se refugiaron y la atestaron. Así, cuenta la biblia, Dios los separó dándoles diferentes idiomas. En la actualidad, y hasta hace muy poco tiempo, viajamos alrededor del mundo sin cuestionarnos nada, las noticias internacionales son el pan nuestro de cada día en cada casa… Si no hubiéramos viajado tanto, la propagación del coronavirus no se habría producido; es increíble observar que ahora esté en todos los países del mundo y en tan poco tiempo. Quizás es algo que deberíamos cambiar en el futuro.
Después de la crisis sanitaria llegó la económica, y sus consecuencias son ahora mismo desconocidas, pero hay indicios de que serán de las peores que hemos visto. Después de todo, hay una aspiración irrenunciable en nuestro sistema al permanente crecimiento de la economía, es decir, más producción, más consumo, etc. Probablemente este círculo vicioso deba detenerse cuando termine esta crisis: debemos redefinir los conceptos para que el único objetivo no sea el aumento del PIB.
La nueva situación puede beneficiar al clima. Es bueno hablar sobre el crecimiento verde y que el desarrollo tecnológico puede hacer mucho, como alcanzar los objetivos climáticos de reducción del 70% de las emisiones de CO2 para 2030 que propuso el gobierno danés. La crisis del Covid-19 puede contribuir positivamente en varios aspectos. Muchos se han acostumbrado a trabajar desde casa. Las empresas privadas y públicas han visto que esto es posible, por lo que podemos ahorrarnos algunas carreteras y emisiones futuras.
Los políticos se han acostumbrado a celebrar reuniones por videoconferencia, por lo que no tienen que volar a Bruselas todo el tiempo, muchos otros ahora solo asisten a reuniones por Skype, etc. En privado, se han inventado cenas virtuales, cervezas los viernes, la canción comunitaria mencionada, etc. Como botón de muestra, acabo de aprender a descargar libros electrónicos en la biblioteca, y así me evito el viaje.
Sin embargo, necesitamos que la economía despierte de nuevo, por lo que esperamos que pueda suceder en la línea de la transición verde. La instalación de estaciones de carga para automóviles eléctricos por todo el país, paneles solares y aerogeneradores, así como la renovación energética de las viviendas más antiguas, son opciones que cumplen ambas premisas.
Pero, ¿qué nos perderemos cuando termine la crisis? Claro que debemos quedar de nuevo y abrazarnos, celebrar cenas, partidos de fútbol, etc. Probablemente lo descubriremos, pero el tráfico de la hora punta y la contaminación del aire en las ciudades… ¡olvidémoslos!